Si existe algo imposible en este mundo, entre otras muchas cosas, es predecir el futuro. Que yo sepa, NOSTRADAMUS, no dice nada sobre Olocau del Rey y tampoco encontré ninguna pitonisa que hubiera profetizado algo.
No encontré nada por que el futuro lo hacemos nosotros y seguro que ninguno sabe con total seguridad, lo que hará la semana que viene.
Como no he podido encontrar colaboradores, creo que no me quedar más remedio que poner lo que y yo pienso y tratar de emular alguna pitonisa.
Si nos centramos en los datos estadísticos que tenemos, la verdad es que el futuro es más bien incierto. La población actual ha perdido 400 personas en un siglo y su tasa de natalidad no posee crecimiento y la media de edad esta sumamente envejecida.
La economía basada en la agricultura es realmente insostenible y casi nula rentabilidad, la poca riqueza forestal existente, quedó arrasada en el incendio de 1993. La ganadería intensiva es lo único que se puede defender, pero está fuertemente atacada por los altibajos que sufren los precios. La industria es escasa y unido a la carencia de buenas vías de comunicación y comercialización no favorecen su rentabilidad.
Todo ello, unido a la escasez de servicios, hacen ver un panorama un tanto desolador. Pero a mí siempre me enseñaron que "Dios aprieta pero no ahoga" y que "cuando una puerta se cierra, siempre se abren dos".
Y así, cuando más crudo se veía el futuro llegó la Unión Europea con sus ayudas. No creo que sean grandes ayudas, pero lo importante es que están y muchos saben y han sabido aprovecharlas. También pienso que no es una cuestión de dar todos los días un pez, sino de aprender a pescarlos.
Gracias a las ayudas en forma de subvenciones o colaboración porcentual, tanto estatales como europeas, el pueblo, en su aspecto exterior se ha rejuvenecido en gran parte. Muchas son las zonas restauradas y más las que también lo necesitan. Y estoy seguro que poco a poco, quizás excesivamente poco a poco, las cosas seguirán por el cauce que han tomado.
Cada vez es más gente la que está deseando huir de las ciudades y disfrutar del pueblo a la menor ocasión posible, y esto no es necesario apostar a que irá en aumento.
Para el que no conozca el pueblo, puedo decir que estar unos días en él, es la mejor medicina contra la saturación, el estrés y otros muchos males de los que se aquejan las gentes de las ciudades.